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PREFIERO SER UN CYBORG (2014)

prefiero ser un cyborg
prefiero ser un cyborg

De bailarines, robots y cyborgs.

REVISTA ANTÍDOTO

 Por Juan Hernández

La coreografía Prefiero ser un cyborg que una diosa, de Abigail Jara, con la compañía Musse DC. (fundada en Monterrey en el 2001), llama la atención porque pone sobre la mesa una reflexión profunda sobre el destino de la humanidad.

El subtexto del planteamiento coreográfico gira en torno a las implicaciones del uso de la tecnología en la vida de hombres y mujeres en la época contemporánea, y señala de manera clara el peligro del proceso de reificación, que humaniza a las máquinas en el mismo sentido que despersonaliza a los humanos a los que “cosifica”.

Jara se apoya en el especialista en mecatrónica, Hernando Ortega, creador de la programación robótica y de las prótesis, para la realización del montaje. La coreógrafa plantea un hecho que podría resultar escandaloso en la danza, a saber: la desaparición del bailarín.

La robot y el brazo que se supone sustituirán al cuerpo humano en la interpretación dancística, significa el rendimiento de la actual civilización a la espectacularidad de la máquina; sin embargo, la situación nos lleva, por otro lado, a un hecho fundamental, en el que al parecer la tecnología no podría sustituir al ser humano y que es, precisamente, en la capacidad que éste tiene de sentir, desear, soñar, imaginar y errar.

Uno de los momentos más dramáticos de la puesta en escena ocurre cuando los dos bailarines abandonan el escenario para cederlo a la robot, a la que la han nombrado “Anuva”, y al brazo mecánico colocado en un atril. La música acompaña los movimientos de los “brazos” mecánicos que intentan reproducir algunas secuencias que “aprendieron” de los intérpretes de carne y hueso. 
Una escena conmovedora en el sentido que expresa una visión poco halagüeña sobre el destino de la humanidad y el camino que la civilización contemporánea ha tomado en relación a “endiosar” a la tecnología y, por consecuencia, a las máquinas.

Ya lo analizaba de manera pertinente y minuciosa el filósofo Roman Gubern en su ensayo El eros electrónico, en donde dedica una larga reflexión en relación con el uso de la tecnología en la época moderna y el papel protagónico que el ser humano de nuestro tiempo le otorga a las máquinas en su entorno cotidiano. No es casual, en ese sentido, que los ordenadores hoy sean mucho más importantes, en algunos casos, que las personas mismas. La computadora se ha vuelto la pareja imprescindible, humanizada y, en ese sentido, dotada por el usuario de una cierta característica “erótica”.

Pues bien, la obra Prefiero ser un cyborg que una diosa nos lleva a estos temas que son de absoluta actualidad. No se trata de una inquietud nueva (el cine de ciencia ficción ha dado grandes muestras del imaginario humano en relación con los avances de la tecnología), sin embargo, en la danza adquiere una relevancia única, por tratarse de un arte que nace de los impulsos orgánicos y la necesidad intrínseca del ser humano de comunicarse con su entorno, satisfaciéndola, en primera instancia, con el lenguaje de su cuerpo en movimiento.

Un escenario en donde desaparecen los cuerpos humanos para cederles el lugar a las máquinas se vuelve desolador e impactante; y nos lleva a pensar sobre el papel que juega la tecnología en nuestras propias vidas. Un arte que se aniquila para ceder su espacio de expresión a un robot, cuya única gracia es moverse de acuerdo al programa que le anima, no es una realidad en absoluto esperanzadora.

La obra de Abigail Jara depende en gran medida de la eficacia de la ingeniería robótica, diseñada por Hernando Ortega. El especialista en mecatrónica forma parte de la escena, hace sus apariciones como el creador de esas máquinas que tomarán el lugar de los bailarines. Él las echa a andar y vuelve al escenario cuando alguno de los sensores falla y necesita hacer ajustes para que continúe la pieza.

Se trata de una propuesta interdisciplinaria, que tiene una sólida argumentación en términos filosóficos. No es una de tantas ocurrencias de las que abundan en la actualidad, en donde la mezcla de elementos de distintas disciplina se hacen, como dice el dicho popular, sin ton ni son. En esta propuesta hay una reflexión profunda que nos permite establecer su pertinencia.

A un lado de las máquinas, los cuerpos de los bailarines Abigail Jara y Edson Martínez, se vuelven un asidero de lo humano en ese pequeño cosmos tecnificado. La carne, la sangre, los deseos, los sueños, el sudor de esos cuerpos adquieren una relevancia fundamental en la crítica que se realiza desde la escena al proceso de reificación de la tecnología en el mundo contemporáneo.

La propuesta escénica cuenta, por otra parte, con un sistema multimedia 3 D, que traslada a la dimensión de lo virtual la presencia humana.

“Prefiero ser un cyborg que una diosa”, de Jara, es una pieza perturbadora en relación con la reflexión, para nada optimista, sobre el destino de la humanidad; y en términos estéticos, consigue dar unidad a una serie de elementos provenientes de distintas fuentes del conocimiento humano, como la danza (los bailarines), la mecatrónica (los robots o prótesis mecánicas), el sistema multimedia 3 D, y el video. Una propuesta ejemplar, en términos de búsqueda artística, del quehacer escénico contemporáneo.

*Prefiero ser un cyborg que una diosa es creación de Abigail Jara, con la programación robótica de Hernando Ortega, multimedia 3D y Kinect de Ortega y Jonathan Ramírez Díaz de León, iluminación de Adriana Ruiz, y diseño sonoro de Dino de la Lanza.

LINK: https://vimeo.com/107540705

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